Investigan los procesos biológicos que suceden bajo tierra con el objetivo de cuantificar la emisión de CO2 que hacen los suelos a la atmósfera
La científica Mª del Carmen Blanes, vinculada al Campus de Excelencia Internacional Agroalimentaria (ceiA3) en la Universidad de Jaén, investiga los distintos procesos ecológicos que suceden en los suelos y que afectan a la emisión de CO2 que éstos hacen a la atmósfera. El objetivo es cuantificar estas emisiones ya que se trata de un gas con efecto invernadero. “Nos interesa que el Carbono se quede en el suelo en lugar de que se emita en forma de CO2 o CH4 y contribuya al calentamiento global”, explica la investigadora.
Para ello es necesario estudiar y conocer el equilibrio nutricional que hay en los ecosistemas entre los ciclos del Nitrógeno, Fósforo y Carbono. Los dos primeros son los principales nutrientes tanto para las plantas como para los microorganismos que habitan en el suelo. “El equilibrio entre dichos componentes es clave para controlar la emisión de CO2, por eso comprender este equilibrio puede permitir predecir el efecto de la adición de fertilizantes sobre dicha liberación de CO2” añade la experta.
Blanes ha disfrutado recientemente de una estancia profesional becada por el ceiA3 en el Centre for Ecology and Hydrology (Bangor, Reino Unido) donde ha tenido la oportunidad de estudiar los procesos de descomposición de materia orgánica en distintos tipos de suelos. “Hemos muestreado más de quince hábitats diferentes, principalmente praderas, turberas y bosques galeses”, subraya la científica. Los microorganismos participan en los procesos de la descomposición de la materia orgánica porque obtienen carbono y nitrógeno para la formación de nuevas moléculas y por otra parte obtienen energía. El CO2 es un producto que se libera durante esta adquisición de energía, de tal manera que la respiración del suelo, o lo que es lo mismo el CO2 liberado por el suelo, es un indicador de la actividad de los microorganismos y de la descomposición de la materia orgánica. El objetivo de este trabajo es analizar cómo afecta un aumento de las concentraciones de nitrógeno y fósforo en la respiración del suelo. “La adición de nitrógeno o de fósforo al suelo puede cambiar la actividad de estos microrganismos contribuyendo a que el suelo emita una mayor o menor cantidad de CO2 a la atmosfera”, añade.
Hay dos tipos de Carbono en la materia orgánica, según matiza la experta, el recalcitrante, que es el que se queda en el suelo más tiempo porque es más difícil de descomponer, y el lábil, que se descompone y libera más fácilmente. El objetivo de este trabajo científico es conocer los procesos biológicos que provocan que haya una mayoría de Carbono recalcitrante que se queda en el suelo.
La experta colabora con el grupo Ecología Forestal y Dinámica del Paisaje, un destacable equipo de expertos que aspira a conocer los distintos procesos que se producen en el suelo y que definen la identidad biológica del suelo. La idea no es sólo cuantificar la emisión de CO2 sino también aprovechar la funcionalidad ecológica de dichos suelos en las prácticas agrarias, sacando el máximo provecho pero evitando a la vez la degradación del ecosistema. Y es que los suelos no son un recurso renovable, y si se degradan o desertifican necesitan mucho tiempo para volver a tener su composición inicial, de ahí la necesidad de conocerlos y conservarlos.