Microalgas supervivientes y saludables


Equipo de investigadores de la Universidad del ceiA3 que estudia las microalgas.

Investigadores del ceiA3 de la Universidad de Huelva estudian las propiedades beneficiosas para la salud humana de un microalga autóctona del río Tinto. Los resultados en animales han sido positivos y el siguiente paso es realizar una fase clínica en humanos, que actualmente no posee financiación

El río Tinto es un entorno extremadamente hostil para la vida. Tanto, que ha sido estudiado por su similitud a las condiciones de un planeta como Marte. Sin embargo, en sus aguas viven pequeños microorganismos que se han sabido adaptar al ambiente. El investigador Carlos Vílchez, que lidera el grupo «Biotecnología de algas | BIO-214» de la Universidad de Huelva (UHU) adscrito al ceiA3, lleva estudiándolos cerca de dos décadas para conocer cómo pueden sobrevivir. A partir de sus primeros estudios consiguió aislar algunas bacterias, pero también un microalga autóctona que no se da en ningún otro lugar: Coccomyxa onubensis. Una especie que se estudia ahora también para su posible consumo humano debido a las numerosas sustancias de interés alimentario que posee.
 
Un grupo de investigación trabaja desde hace un lustro para conocer las aplicaciones biosanitarias y el empleo para el consumo humano de unas microalgas obtenidas en el río Tinto. Bajo la dirección Francisco Navarro, director del Departamento de Biología Ambiental y Salud Pública de la Facultad de Ciencias Experimentales de la universidad onubense, los primeros resultados obtenidos son esperanzadores: ya se ha podido comprobar que la microalga es fuente de nutracéuticos de posible interés para la alimentación humana. Entre sus compuestos de valor se han encontrado componentes con efectos antioxidantes, así como ácidos grasos poliinsaturados como los omega 3, que incorporados a la dieta regulan y disminuyen el colesterol (y que también se encuentra en nueces o pescado azul, por ejemplo). Aunque estas microalgas, además, pueden tener otros usos como la alimentación animal, la biofertilización, la obtención de energía, la cosmética y como fuente de agentes antimicrobianos.

Igualmente, durante sus investigaciones, el equipo de la Universidad de Huelva ha comprobado la existencia de lípidos de alto valor en alimentación humana saludable como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) o hidratos de carbono como el ß-1,3-glucano, una fibra natural soluble con actividad estimuladora del sistema inmune. Así como polisacáridos, con aplicaciones en la salud debido a sus actividades antitumoral, antiviral, antiinflamatoria e inmunoestimulante.

Actualmente ya hay otras microalgas que han superado estas fases y son comercializadas para su uso gastronómico, pero no son objeto de investigación. “Y, por lo que conocemos, sus cualidades nutracéuticas no son especialmente extraordinarias, ya que están al nivel de algunas frutas y verduras ordinarias”, subraya Navarro. Hoy se comercializan apenas una decena del millón y medio aproximado de microalgas existentes en el planeta (fundamentalmente como biomasa para principios activos), de ahí el interés en la posible incorporación de la Coccomyxa onubensis. Más aún cuando es un mercado que mueve alrededor de los 2.000 millones de euros. De ahí el interés en investigar con nuevas especies de microalgas como la aislada por este equipo de investigación a partir del río Tinto que, in vitro, sí ha mostrado ya interesantes propiedades y la acumulación de productos de valor para la salud humana.

Pero como cualquier otra sustancia, aditivo o microorganismo que vaya a ir destinado a consumo humano, esta microalga debe primero pasar unos controles muy bien establecidos. Para ello, primero hay que demostrar su inocuidad en animales de experimentación o fase preclínica, que ya ha concluido con resultados positivos: por ejemplo, la aportación de esta microalga a la dieta de un grupo de ratas ha servido para disminuir su colesterol sin que haya ningún otro efecto.

Sin embargo, y en segundo lugar, ahora es necesario realizar una fase clínica con voluntarios humanos para comprobar los mismos resultados. Una labor que se lleva a cabo siempre bajo la supervisión médica, que en este desde el Hospital Juan Ramón Jiménez, con quien los investigadores universitarios mantienen una estrecha relación. “Pero para esto último necesitamos una financiación que aún no nos llega”, asegura Navarro. “Venimos pidiendo financiación de proyectos para estos fines, tanto al Ministerio como a la Junta de Andalucía y en todas las convocatorias hasta el momento no nos han aprobado dicha financiación”, especifica el científico, que aclara que el coste sería “relativamente bajo”, unos 50.000 euros. “Disponemos de un buen equipamiento científico y la mayoría del los costes serían para los correspondientes seguros médicos y pago de personal en fase de formación”, añade Navarro.

Con financiación, este equipo de investigadores da un plazo de entre dos y tres años para obtener los resultados para el consumo humano de la microalga obtenida en el río Tinto, que podría servir para obtener principios activos o, directamente, para añadirla a la dieta como suplemento nutricional. La reproducción en un entorno controlado es posible y, a partir de ahí, es posible la obtención, por ejemplo, de microalgas en polvo para su incorporación gastronómica.

Fuente: http://www.saberuniversidad.es/



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